Juntos somos invencibles

Hoy hace un año del día de nuestra boda. Normalmente una boda es una celebración mirando al futuro, con ilusión, donde los malos pensamientos no tienen cabida. Siempre se dice aquello de “en lo bueno y en lo malo”, pero nadie piensa en lo malo. Lo malo es para los demás. Lo malo no existe. Lo malo en una boda nunca está presente, nadie se casa pensando en tragedias. Pero nosotros nos casamos en medio de la peor tragedia de nuestras vidas.

Cuando, unos meses antes, recibimos la trágica noticia de la enfermedad de Adri yo fui la primera en sugerir cancelar la boda. Mi marido dijo que no, no veía la razón. Pasado un tiempo fue a él al que se le pasó por la cabeza anularlo todo. Pero seguimos adelante. Dándole un par de vueltas nos dimos cuenta de que lo único que tenemos es el presente, y tenemos que vivirlo y disfrutarlo, ahora más que nunca sabemos que el futuro es incierto, y que nada será como lo habíamos planeado. Comprendimos que no podemos desperdiciar la oportunidad de disfrutar la vida, mientras la vida nos lo permita. Yo, especialmente, me di cuenta de que quiero que mis hijos disfruten hasta el último segundo, porque no sé qué pasará mañana, porque quiero que tengan una infancia feliz, porque quiero que atesoren buenos recuerdos, porque ellos no tienen la culpa y, desde luego, no se merecen vivir nuestra amargura. Quiero que sigan siendo felices mientras puedan. Espero que lo sigan siendo siempre, pero siempre empieza hoy, así que ya no podemos permitirnos dejar pasar oportunidades. Si algo me ha quedado claro de todo esto es que el momento es ahora.

Para mí nuestra boda valió por dos. Porque nos casamos sabiendo lo malo, pero aún así nos casamos, nos quisimos, nos escogimos, nos aceptamos. Cuando dijimos que nos íbamos a seguir queriendo en lo malo, lo dijimos de verdad. En realidad, creo que no lo dijimos, al menos eso le pedí a nuestro oficiante. No quería que dijese nada relativo a salud y enfermedad ni a bueno y malo, para no empezar a llorar y no parar en tres días. Al final allí lloró hasta el apuntador, menos nosotros. Nosotros ya habíamos llorado todo lo que teníamos que llorar.

El fin de semana después de conocer el diagnóstico, le dije a mi marido, cuando todavía no era mi marido, que juntos íbamos a poder con todo. La verdad, no tenía ni idea de cómo lo íbamos a hacer, pero sabía que lo haríamos, porque juntos somos invencibles. De ahí viene el hashtag que tanto usamos. Porque nosotros somos un equipo, siempre lo hemos sido. Somos completamente distintos, y por eso nos complementamos, formamos entre los dos una unidad perfecta, en la que cada uno aporta lo que le falta al otro, y con nosotros no hay quien pueda. Como dice Carlos de France en una canción que mi marido odia, nosotros “bailábamos boleros cuando toda iba mal”. La verdad, bailar, no bailamos nada, pero nos reímos mucho. De todo y de todos los que nos quieren arrebatar un segundo de felicidad. La esencia es la misma. Entenderse con una mirada, tomárselo todo con humor, disfrutar de las pequeñas cosas.

La semana que pasamos sin saber el diagnóstico definitivo, sin concretar el tipo de mucopolisacaridosis a la que nos enfrentábamos, cabía la posibilidad de que cada uno hubiese aportado un gen mutado, porque el Síndrome de Hunter es la única de todas las mucopolisacaridosis que transmitimos las mujeres con un único gen. Pensé que se habían alineado los planetas para que eso sucediese, juntarnos dos personas con un mismo gen mutado, pensé aquello de “ojalá no te hubiera conocido nunca”, y luego me di cuenta de que realmente no podía tener un compañero mejor para afrontar cualquier dificultad que me presentase la vida, que si tenía que suceder, que me sucediese con él. Me alegro hasta el infinito de haber llegado a esa conclusión antes de saber el diagnóstico definitivo, por razones obvias, ya que esto me podría haber pasado a mí con cualquier persona del mundo. Pero fue a su lado y a su lado saldré adelante. Porque, mi querido FV, contigo todo es mejor, si hubo una vida antes, no la recuerdo, y a tu lado soy mejor persona.

Por este año, por los anteriores, y por todos los que vendrán. Juntos somos capaces de cualquier cosa. Vamos de la mano a la siguiente estación.

Buscamos un camino

Diferente a los demás

Burlamos al destino

Que nos quiso ganar

Bailábamos boleros

Cuando todo iba mal

Y juntos escapamos

De la mediocridad

Carlos de France


María Vázquez
María Vázquez

María es la madre de Adri.

2 COMENTARIOS
  • Andrea
    Responder

    Me encanta como escribes!! Afortunados de teneros y disfrutaros… Por muchos años más! Felicidades por vuestra hermosa unión y fuerte familia! 😘

    1. María Vázquez
      María Vázquez
      Responder

      Gracias, linda! Besos

Responder a María Vázquez Cancelar respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Top